15 dic 2009

NI QUE DECIR


Insaciable inseguridad que no se somete al tiempo.

Me he metido en una caja dejando pasar los días, me he cobijado hasta la cabeza para no ver nada, pero a veces la luz se mete entre los poros del cuerpo.

Corrí desnuda entre el reflejo de las nubes, y luego lo disolví cuando me eché al agua fría intentando lavarme las tristezas.

Apague la luz por la mañana, y luego por la noche solo prendí una vela para no alumbrarme tanto, para no verme tanto, para no poder tocar con los dedos la soledad que se burla y que se palpa entre el polvo, suciedad y continuidad.

Rompí las ventanas para escapar, salí enmedio de los vidrios rotos sin un rasguño, pero luego al verme tan libre lloré sin piedad y ya no pude volver a entrar.

Quise viajar en un barco, pero el mar es traicionero y me enamoró.

Quise volar, solo cerré mis ojos y me tiré al vacio, caí al suelo y mis brazos parodiando alas se quebraron.

Me dolían un poco los ojos, los cerre por mucho tiempo, unas cuantas horas esperando que se tragaran las lágrimas, pobrecitos! ya están cansados de tanto llorar.

Mis manos se guardaron sus caricias, casi enloquecen, así que mejor me puse a tocarlo todo, los libros, los muebles, los perros, mi propio cuerpo.

Me alimenté de todo, de hojas, de papeles, de letras, de palabras al viento... antes de que se las llevara.

1 comentario:

Jhair Jiménez dijo...

De palabras al viento, antes de que se las llevara...

Hermoso. Me encanta.