10 may 2011

VOLVER............






VOLVER

Prácticamente sin rumbo, así fue como volví a ese lugar tan importante en mi vida.
Mis recuerdos son lo más vago que puede haber en una memoria, sin embargo tenía la esperanza de que al estar ahí de nuevo, ellos, los recuerdos, se despertaran de ese sueño que duró 20 años.
20 años pasaron para regresar a Lagos de Moreno, ese hermoso pueblito ahora ciudad ubicado al norte de Jalisco, cerca de León y de Aguascalientes.
Le pedí a mi padre que me ayudara a encontrar la que fue nuestra casa. Desde pequeña fui una de esa rara especie que siempre lo cuestiona todo, pero irremediablemente sé que él está cerca de mi, explicarlo?, no podría, simplemente lo sé. Y lo comprobé.
De Guadalajara viajé a San Juan de los Lagos, cuya única atracción es la catedral de la Virgen de San Juan Su recinto es el más visitado de Latinoamérica, y es la iglesia que más limosnas recibe. Su existencia me provoca sentimientos encontrados, siento que de alguna manera se lucra con la fe de las personas, sin embargo ésta es tan fuerte que por algunos momentos me hacen creer también…
De San Juan a Lagos son sólo 40 minutos. Entrando a Lagos, algo me hizo voltear a la ventana, un impulso inexplicable, y ahí estaba, el canal y la casa de Doña Cuca, la entrada de la colonia donde estaba mi casa. Dudé que de verdad fuera aquel canalito que tenía puentes improvisados con tablas de madera, dudé por ese inexplicable impulso de voltear a la ventana y encontrarme de repente con lo que tanto buscaba… dudar, cuando a veces, o tal vez siempre sería mejor simplemente creer.
Llegue al centro de Lagos y me encontré con su enorme parroquia bellísima, la segunda más alta en Latinoamérica, por dentro tiene unos detalles hermosos, tiene un órgano antiquísimo, yo no sé por qué me gusta tanto el arte sacro, me considero una ferviente admiradora, incoherentemente porque no me gustan las religiones. Dentro de la Parroquia está San Hermión, que se supone es el cuerpo real de un soldado romano que concedía milagros.
Al ver la parroquia, las calles, el teatro, las casas de los poetas nacidos ahí, la plaza central, mis recuerdos adormecidos poco a poco volvían a la vida.
Después tomé un taxi y le pedí que me llevara a la entrada de la ciudad, por la carretera a San Juan y a León, para buscar aquel canal y la casa de Doña Cuca. Llegué y efectivamente, ahí era.
Tal y como dejé ese lugar hace 20 años, el canal tenía esos puentes improvisados, estaban los arcos, las casas de los amigos. Me reencontré con ellos, me reconocieron enseguida, platiqué de mi vida, me platicaron de la suya.
Y luego, caminé a la que fue mi casa, mi hogar. Ahora tiene una barda que cubre la entrada, de la que sin temor, y como hace 20 años, sobresalen las hojas de ese árbol de moras, la casa tiene los mismos colores, la misma estructura.
Como quise en ese momento tener una máquina del tiempo y regresarlo, y estar ahí asomada por la barda, viendo jugar a la pequeña martha, a esa niña de cabello dorado cortando las moras del árbol, jugando en los columpios de colores, ver y entrar a la casita de madera, agacharme para caber por la pequeña puerta. Regresar el tiempo, y entrar, y ver como la luz pasa por el jardín interior, tocar los muebles de madera rústica, comer huevos de codorniz, leer mis historietas, escuchar el cuento de la caracolita, ver a las tortugas de tierra tomar el sol. Entrar y ver a mi padre, sentado en la sala con su impecable uniforme de policía, verlo de nuevo, tomarle la mano, ser ahora yo como un fantasma que viajó al pasado, y abrazarlo. Ver a mi madre joven, tan bella, y decirle al oído: no tengas miedo, todo estará bien. Ver a mi hermano pequeño, disfrutando de su niñez.
Tal vez no existan nunca las máquinas del tiempo, pero mis recuerdos me llevaron de la mano por aquellos días.
Así fue como ahora, tengo un poco de fe, ahora vuelvo a creer. Hay cosas que simplemente no se pueden explicar, y tal vez esa sea una pequeña trampa de la vida, que sin duda es muy fiel con sus secretos, sabe a ciencia cierta que si nos revelara todo, quizá mucho de lo emocionante de vivirla ya no tendría tanto sentido.
Por eso ahora, yo vuelvo a creer, a creer en la magia, en el destino, en los fantasmas, sin cuestionarme, sólo sintiendo. He decidido sentir, y en lugar de dudar, mejor sonreír y ser cómplice.

No hay comentarios: